El 5 de noviembre de 1923, abría sus puertas y así permanecen hoy, 100 años después, Joyería y Optica Delfino, una empresa familiar que ya transita la cuarta generación y seguramente la quinta y la sexta. Para ello, ya hay otros integrantes de la familia trabajando, tal vez con otras herramientas y otros conceptos comerciales, pero con el mismo entusiasmo y responsabilidad que le puso Don Américo Manuel Delfino Pesce, el abuelo, como lo identifica permanentemente el actual titular de la empresa, Miguel Delfino.
Miguel, que cuenta con orgullo que nació en aquel 1950, cuando Joyería y Optica Delfino se instalaba definitivamente en el actual local de calles Treinta y Tres y Dreyer.
Una esquina tradicional que desde principios del siglo pasado lucía un llamativo nombre: Luz y Sombra.
Era propiedad de los Hermanos Cortela, uno fotógrafo, Floro y el otro joyero, Luis.
En 1911, el abuelo Américo comenzó a trabajar con ellos, aprendiendo el oficio de joyero, poniendo los cimientos de Casa Delfino.
Los Cortela ofrecieron al abuelo vender el local y en 1923 se hizo el acuerdo y esa casa de joyería y relojería, que nunca cerró sus puertas pasó a ser un comercio emblemático de Nueva Helvecia.
En la amable charla (que no entrevista periodística) que HELVECIA mantuvo con Miguel, se hizo referencia histórica a este acontecimiento, pero, sobre todo, afloraron las anécdotas, recuerdos, de quien no solamente hace gala de su memoria, sino de una colección de documentos, fotografías y objetos productos y testigos de 100 años.
Y en todos los casos, con una sonrisa y risas espontáneas que las hicieron más amenas.
Como que conserva el “documento” de la compra-venta del local: un papel común, escrito a mano y con lenguaje coloquial, incluso utilizando el sobrenombre de los contratantes.
Destacó el apoyo que tuvieron los Cortela para con la familia Delfino.
Recordó que al edificio se le hicieron algunas reformas y se colocó en su frente el primer reloj público que tuvo Nueva Helvecia.
JOYERÍA
En los 100 años, primero con Cortela y luego con Delfino, el local fue Joyería, ya que, como quedó dicho, el abuelo Delfino aprendió el oficio en el lugar.
Miguel señala que Américo no sólo aprendió a ser joyero, sino también, junto a Floro Cortela, fue aprendiendo todo lo relativo al negocio de la fotografía.
En aquellos tiempos se había iniciado la venta de relojes de bolsillo, de pared, se fabricaban anillos, mucha platería criolla. Las bombillas para el mate se hacían a mano, los puñales con mango de plata y oro con las iniciales del propietario.
En este punto, Delfino recuerda que, durante la Segunda Guerra Mundial, la sociedad de Nueva Helvecia mostró división entre simpatizantes de los Nazi y de los Aliados.
Señala que cuando comenzó a conocerse la cantidad de muertos y la existencia de los campos de concentración, se inició la demanda de medallas, que se hacían en oro y plata, tanto con la cruz nazi grabada, como con el emblema de la Real Air Force y la Armada Inglesa.
“Era muy común que el que quisiera una, la encargara” y la Joyería Delfino las confeccionaba.
Hoy en día, la mayor parte de las joyas son importadas ya que la tecnología y los materiales abaratan los costos.
Destaca que en Joyería Delfino las piezas son más artesanales, hechas prácticamente a mano y usando los materiales más comunes: oro y plata.
Joyería Delfino luce hoy, en una de sus vidrieras, piezas que se han ido fabricando desde los años ´40.
Miguel destaca que, si bien en aquellos años no era frecuente que la mujer usara reloj de bolsillo, como sí era un distintivo para los hombres que podían adquirirlos, él conserva algunos femeninos en su colección que destaca como “muy bonitos, preciosos, de oro, con esfera decorada, seguramente para señoras con poder adquisitivo”.
Miguel señala algo importante que ha permanecido en el tiempo: el asesoramiento que el joyero debía estar preparado para ofrecer a un cliente que, tal vez no tenía, por ejemplo, conocimiento de la calidad y el valor del material.
Por aquello de que “no todo lo que brilla es oro”. El joyero debe dar la información certera para complacer al cliente. “Y es ahí donde tiene que ver la confianza ganada por quien está vendiendo”.
RECONVERSIÓN
Consultado si por aquellos tiempos se podía acceder fácilmente a los materiales requeridos, Miguel respondió de inmediato que “para nada” y señaló que la fuente era la “reconversión”.
Relata que el único oro que se conseguía era la libra, moneda inglesa que muchos clientes llevaban para hacerse medallas o anillos.
El oro se fundía, se pasaba a lingote y se pulía.
Con respecto a la plata había mucho reciclaje de platería criolla, que se iba desgastando y se volvía a fundir.
Actualmente, en los laboratorios de Montevideo, se compra el gramaje que se necesita, en la forma y el color que se requiere.
Los diseños eran sencillos, pero, en general llegaban en catálogos que el abuelo recibía desde Europa y Miguel aún conserva.
Hoy la variedad es enorme y no sólo la que llega desde el exterior, sino con las herramientas que posee el Taller de Casa Delfino a las que está próximo a incorporar una máquina laser, que facilita el diseño.
Sobre la modalidad de trabajo, Delfino cuenta que conserva en su poder la primera foto de la Casa “Luz y Sombra” donde se ve el frente del edificio y a los hermanos Cortela delante, junto a un alambrado y pasto delante del local.
Luego vinieron las vidrieras y los espacios de exhibición.
Delfino lamenta que la evolución del mundo haya traído la delincuencia y hoy, mucho más que el alambrado de los Cortela, haya que disponer de elementos de seguridad, al punto que manifiesta claramente que “a la Joyería hemos tenido que transformarla en un bunker”.
LA JOYA Y LA FANTASÍA
Miguel Delfino reflexionó sobre el paso del tiempo y lo cambio de costumbres y, en este tema, de modas.
Subraya que es tanta la variedad, el diseño y los materiales que se pueden ofrecer hoy en día que para quien no es un experto, es difícil determinar cuándo estamos ante una joya o una “fantasía”.
Es en esos momentos en los que el joyero debe mostrar su conocimiento y experiencia.
Y explica que una joya es algo que puede permanecer intacta durante años, mientras que la fantasía es probable que se deteriore pronto.
También hace una referencia a los cambios en diseños y modelos.
Por ejemplo, los anillos de matrimonio eran todos de oro,
redondos y solamente variaba el grosor en milímetros.
Hoy señala, “tengo dos o tres cajas con no menos 90 anillos de distinto diseño y siempre hay que seguir creando”.
Un momento muy jocoso de la charla fue cuando Miguel, después de recordar que las alianzas han llevado y siguen haciéndolo, las iniciales de los nombres del matrimonio, había algunos para los que se pedía grabar algún pensamiento o mensaje.
En este punto y entre risas, dice, “muchos no se los puedo decir en voz alta”.
Delfino analiza también algo interesante que es la actitud de los jóvenes frente a las joyas.
Dice que, hoy, los chicos prefieren que les regalen dinero para comprarse lo que realmente desean, necesitan o está de moda.
Entonces, la pregunta; ¿por qué continuar en el rubro?
La respuesta es firme y convencida: “nosotros continuamos en el rubro porque amamos lo que hacemos. Yo no podría tener otra cosa que tener una Joyería. Aun lo que está de moda y da dinero. Hago lo que amo, lo que hice toda la vida y lo que sé hacer”.
Y reflexiona: “hoy, si bien tenemos 100 años de joyería, con lo que hemos logrado desarrollar, con la Óptica, creo que tenemos un futuro enorme. Tenemos más futuro que pasado”.
Y enfatiza: “hoy están mis hijos y también los nietos que capaz siguen”.
Recuerda que aún hoy el oro sigue siendo el respaldo de cualquier otro valor. “Es un valor contante y sonante que se ha perpetuado en el tiempo”.
ÓPTICA
El otro rubro fundamental de Casa Delfino es la Óptica. Surgió hace unos 15 años, según Miguel “de una forma casi casual”.
Cuenta que, pasando algunos momentos difíciles, uno de sus hijos comenzó a estudiar óptica porque se cursaba en dos años.
Las circunstancias generales del comercio y particulares de la familia, llevaron a que esa quinta generación, no solo terminara los dos años de estudios, sino que pudo continuar haciendo una Licenciatura, conocer gente del rubro, ir tomando la experiencia que le permitió instalar una pequeña Óptica en el salón de la Joyería.
La Óptica Delfino trabaja con baja visión, prótesis y sobre los conocimientos adquiridos a nivel académico.
Miguel considera que la Óptica es un rubro que puede ir bien asociado a una Farmacia, pero también a una Joyería, dadas las características de un elemento que se lleva descubierto y puede lucir como una joya.
Por eso, como dice Miguel, desde aquellos dos pequeños cristalitos sin armazón que fueron los primeros anteojos, hoy la variedad de diseño es enorme, incluso, marcando líneas de moda.
Esto ha permitido a Óptica y Joyería Delfino alcanzar un gran desarrollo, con atención de Oftalmólogo y equipamiento de última generación.
Y una reflexión de Miguel Delfino que resume el momento, justo a pocos días de cumplir 100 años, es que esta trayectoria de capacitación y experiencia es lo que hoy le permite garantizar la calidad del producto que ofrece al cliente.
Y agrega un detalle que puede ser llamativo y es que el diseño de óptica cambia de temporada a temporada, superando a la joyería tradicional.
MÁS FUTURO QUE PASADO
Por último, HELVECIA solicitó a Miguel Delfino una reflexión sobre el significado y la importancia de cumplir 100 años, un comercio de una pequeña ciudad del interior de Uruguay, habiéndole escuchado decir “siento que tenemos más futuro que pasado”.
En primer lugar, considera que no es común que una empresa de las características de Óptica y Joyería Delfino permanezca 100 años en una misma familia que ya va por la cuarta generación.
Túnel del tiempo – Portal al pasado
Finalmente, Miguel Delfino da detalles de cómo se están celebrando los 100 años de Joyería y Óptica Delfino y que él invita a toda la población a observar como “Un túnel del tiempo” o “Un portal al pasado”.
Para ello, a cada una de las cinco vidrieras que tiene el local de Nueva Helvecia, se le ha dedicado un período: El que corresponde a toda aquella primera etapa junto a los hermanos Cortela.
El segundo, con fotos del fundador, las fotos que hacía, premios ganados en 1930, Centenario del Uruguay y el primer reloj exterior de la colonia suiza.
El tercero, muestra la evolución de joyas y relojes durante los 100 años, coleccionados constante y pacientemente por Miguel. Objetos muy llamativos por su material y diseño.
Una cuarta vidriera está dedicada a la realidad actual de la empresa, donde se muestra en fotos las mejoras realizadas al edificio y a los salones de exhibición y venta. Pero también joyas y otros objetos que Miguel, visiblemente emocionado dijo “elaboré, me enamoré de ellas y no las pude vender”.
Describe algunas, pero será interesante que cada cual encuentre aquellos detalles que estén o no en el objeto, capturen el interés por observarlo.
Finalmente, la última vidriera muestra piezas históricas, como las medallas nazis y aliadas, monedas de aluminio que contienen una interesante historia.
Esta muestra estará habilitada hasta el 15 de noviembre. Delfino invita a quien quiera visitarla, que ingrese al local donde podrá observar y preguntar lo que desee.
Pero el 12 de noviembre, se armará en la vereda del local, una gran feria de lentes, cuyo resultado económico será volcado a obras e Instituciones de la ciudad que Miguel Delfino no quiso mencionar porque “se trata de ayudar y no se hacer propaganda”.